Experiencia genuinaExperiencia genuina

Tomamos un avión de Kunming a Shangri-La.  Debo decir que fue toda una experiencia el Aeropuerto Internacional de Kunming, pero esa es otra historia que cuando llegamos a Shangri-La, jamás nos imaginamos tener otra experiencia y más espectacular que la anterior.  El aeropuerto mucho muy pequeño, donde apenas hay un restaurant, una oficina de informes (que nunca entendí a quién le dan informes porque la persona que atiende no cuenta ni con trípticos o folletos del lugar y mucho menos el idioma, hablan el Chino Tradicional o alguna lengua tibetana), una tienda de bolsas para dama, una de souvenirs y 2 filas de 5 sillas cada una como sala de espera, unos baños y creo que es todo, bueno también los stands para hacer tu check in y ya; pero lo que sí es un aeropuerto mucho muy hermoso, con una construcción muy tibetana y unos grandes murales preciosos.

Cuando el avión iba descendiendo me percaté que había varios lugares con nieve, pero nunca nos imaginamos la cantidad de frío que había en el lugar (3,380 mts al nivel del mar) y eso que siempre confirmamos el clima para saber que ropa llevar a cada lugar.  Nuestras maletas grandes las dejamos en Kunming y solo en una back pack cada uno pusimos lo que necesitábamos para esta estancia de 4 días. 

Pues bien, una vez que entramos al aeropuerto lo primero que hicimos como siempre –aunque ya tenemos una logística de lugares por visitar siempre me gusta tener los trípticos para complemento de la información que ya llevamos–  fue pedir información del lugar e ir al baño.  Bueno, lo primero jamás lo conseguimos porque la empleada hablaba chino tradicional y lo segundo, tampoco porque solo letrinas en el baño general (Léase El Fascinante Mundo de las Letrinas e Inodoros Asiáticos) y no había baño para personas con discapacidad que, si recuerdas, es el baño que siempre usé en China; y para colmo el aeropuerto sin luz (que más adelante te platicaré lo de la luz) pero mientras tanto sin luz no podía ver ni saber que había en otro lugar del aeropuerto un baño para personas con discapacidad. 

En fin. Después de esto, volteamos y fue cuando nos percatamos que el aeropuerto estaba vacío… sí… vacío… Una vez que bajamos y salimos todos los pasajeros del avión en el que llegamos, el aeropuerto se vació y ya lo iban a cerrar porque ya no tenían más vuelos y ni quien nos informara dónde tomar un taxi.  Salimos rápido para que alguien nos llevara al hotel y fue una sorpresa maravillosa ver el aeropuerto por fuera… ¡Es mágico, apacible, con sus estructuras tibetanas, banderines de colores con sus plegarias y… nada más… el aeropuerto y nosotros dos!  Por estar admirando la belleza del lugar nos olvidamos de nuestra situación embarazosa.

Una vez que reaccionamos, a lo lejos vimos una base de taxis y allá fuimos a dar.  ¡¡Dimos el nombre del hotel y ninguno lo conocía!!  ¡Lo más curioso es que es una ciudad-condado de 2,600 habitantes, o sea… un pueblo literalmente! Ninguno de los 4 taxis que había conocía el hotel.  Entre los 4 taxistas, el policía del aeropuerto, la empleada de la Oficina de Informes y una pareja de pasajeros que aún no se iba trataron de entender a dónde queríamos ir, entre su chino y tibetano tradicional de varias etnias de todos los que estaban ahí, el chino simplificado y su poquito inglés de la pareja de pasajeros y nuestro inglés y la app de traductor del celular, junto con el google maps con el nombre y dirección del hotel en captura de foto (te recuerdo la famosa Gran Muralla de Fuego sobre el internet en China, Véase el Post de Acceso Restringido al Internet en Viajando a Asia) no nos entendíamos y llegó un momento en que todos discutíamos en voz alta sin saber lo que decíamos unos a otros.  Regresamos al interior del aeropuerto para buscar más ayuda y… todo apagado… sin luz y sin gente… volvimos a salir y nuevamente a lo mismo, ellos tratando de ayudarnos y nosotros tratando de explicar el nombre del hotel. 

Por fin, un taxista decidió llevarnos. ¿Qué tanto podía fallar para dar con el lugar, considerando que la ciudad-condado es muy pequeña y que del aeropuerto a ella son como 3 kms para llegar? Pues bien, levantó la mano y nos fuimos a buscar el hotel, mientras el taxista avanzaba, nosotros tratando de encontrar entre nuestras confirmaciones de hoteles el teléfono para hablar y buscar su ubicación.  Aquí fue cuando más nos desesperamos al no contar con internet.  Encontramos un teléfono y ya el taxista habló con el hotel y ya le explicó cómo llegar.

Entre el traductor del taxista y el nuestro.  Nos dijo que en el puente nos esperaba una persona del hotel para llevarnos a él.  Esa acción me generó desconfianza. Al llegar a la esquina de la avenida, jamás vi que fuera un puente en ese momento y tampoco después, pero le llaman “puente”) porque esa avenida es la división entre las calles pavimentadas que son la ciudad nueva y moderna y del otro lado las calles entre adoquinadas y empedradas, que es donde inicia la ciudad-condado de Shangri-La. 

Pues bien, llegamos, el taxista se bajó y bajó nuestras 2 back pack y las puso arriba de un “carrito con caja” o sea, una moto acondicionada con una mini-caja simulando una camioneta chica de carga y el chofer de la moto, con señas explicando que lo siguiéramos atrás, o sea, caminando, eso, sí, la caja de la moto traía mucha nieve y el chofer le puso una bolsa para que no se mojara nuestro grandioso “equipaje”  Después de esto, me volvió a dar desconfianza, el chavo de la moto, se iba parando para que lo alcanzáramos, pero con la nieve entre las piedras, era más difícil la caminata.  Después de 3 cuadras entre caminando y mirando, porque el lugar es tan esplendoroso con tanta madera, que no podíamos dejar de ver, llegamos al hotel.  Una vez que entramos, oh sorpresa! Un lugar mágico, divino, jamás me había tocado un hotel tan tradicional como éste y tan místico a la vez.

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